El control de esfínteres es un logro muy importante en el desarrollo. Es un proceso que varía de un niño a otro, pero que en términos generales ocurre entre los dos y tres años y en ocasiones, genera ansiedades en los padres. Para apaciguar estas ansiedades es necesario reconocer que no se trata solo de un proceso de aprendizaje, sino de la maduración de esquemas neuromotores en coordinación con la adquisición de comandos culturales que se reciben en la relación con otros humanos, y hay que tener en cuenta que la imitación juega un papel importante en este proceso de maduración. Para acompañar este proceso madurativo es necesario asumir una actitud empática y comprensiva, entender que es un proceso lento, con altibajos, para el cual se requiere paciencia.
Los niños pueden no haber logrado su control del esfínter urinario, según los expertos, incluso hasta los cinco años. Cuando el niño pasa de esta edad y continúa orinándose, dormido o en vigilia, es necesario consultar al pediatra para identificar posibles problemas orgánicos dado que el 80% de estos casos se debe a factores de este tipo. En el otro 20% se hace imperativo explorar el estado emocional, tanto del niño, como de la familia.
El término enuresis se refiere a una gran variedad de situaciones clínicas y es un motivo de consulta frecuente. En España, se calcula que medio millón de niños mayores de cinco años padecen este tipo de incontinencia; en Colombia, para el año 2012 se estimaba que, entre 600 y 800 mil niños, en un rango de edad de 5 a 15 años la sufrían. Hablamos de Enuresis primaria cuando el infante nunca ha logrado el control del esfínter urinario (orinarse de manera involuntaria o intencional, en la cama o en la ropa) y, secundaria, cuando este se logra durante al menos seis meses y luego se pierde esta adquisición del desarrollo.
Independientemente de si la causa es orgánica o no, la enuresis se acompaña de reacciones emocionales. Los niños afectados por este impasse suelen presentar sentimientos de culpa, vergüenza, rechazo, inseguridad, y responder con aislamiento social y bajo rendimiento escolar, entre otros. Por su parte, los padres también pasan por sus propias preocupaciones y, frecuentemente, pueden sentirse desbordados y sin control sobre la situación. Esto los puede llevar a tomar ciertas actitudes que complican el manejo del síntoma como, por ejemplo, recurrir a amenazas y castigos, que incluyen retaliaciones físicas, humillaciones, maltrato verbal, y otros.
Algunos otros casos de enuresis se presentan asociados a síntomas de ansiedad, dificultades en el ambiente familiar, problemas económicos o de la pareja. En tales situaciones es posible que, mediante este síntoma, el niño esté expresando la dificultad emocional por la que esta pasando e intente evacuarla por esta vía.
La enuresis se puede acompañar de otros síntomas relacionados con la ansiedad tales como: pesadillas, otras dificultades para dormir, temor injustificado a lugares, objetos, animales, situaciones, etc., problemas de agresividad o comportamiento, consumo de elementos diferentes a alimentos como podría ser tierra, pelo, papel, entre otros; y otros síntomas físicos de la ansiedad como comerse las uñas, hiperactividad, dificultades en la concentración, tics o sudoración excesiva.
Adicionalmente, es importante mencionar que cuando la enuresis se presenta asociada a comportamientos disruptivos, de violencia contra los animales, destrucción de objetos, mentiras y robos, se debería considera un problema psicopático incipiente.
Recomendaciones: Bajo el entendido que el control de esfínteres es un proceso natural que lleva meses y años, la actitud del padre, del formador, o del educador, debe ser empática, paciente, comprensiva. Esto implica que se destine el tiempo necesario para el acto de orinar, sin afán, sin sobrevigilancia, sin comparaciones, ni amenazas, ni castigos, además, se debe evitar asociar el control de esfínteres con sentimientos de culpa.
Cuando se sospecha la presencia de enuresis se debe recurrir al pediatra para estudiar posibles problemas orgánicos y, una vez descartados, se recomendado acudir a un a un psicoterapeuta entrenado para comprender las complejas dinámicas que se presentan en los vínculos paterno filial.